Gestación 1.6

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Escuché a la capa llegar con su motocicleta tuneada. No quería ser vista huyendo de la escena de una pelea, y arriesgarme a ser etiquetada como una de los malos por otra persona, pero tampoco iba a acercarme a la calle, por si Lung se sentía mejor. Como no había ningún sitio donde ir, me quedé donde estaba. Solo descansar sentía bien.

Si me hubieras preguntado hacía apenas unas horas que cómo pensaba que me sentiría al conocer a un superhéroe famoso, habría utilizado palabras como emocionada y nerviosa. La realidad era que estaba demasiado cansada para que me importara.

Pareció como si volara al tejado, pero el arma larga de casi dos metros que el hombre sostenía se sacudió al aterrizar. Estaba bastante segura de haber visto los dientes de un gancho retirarse en el final del arma. Así que así era como se veía Armsmaster[1] en persona, pensé.

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La organización de superhéroes más grande en el mundo era el Protectorado, que abarca Canadá y los Estados Unidos, con conversaciones en curso sobre la inclusión de México en el acuerdo. Era una liga de superhéroes patrocinada por el gobierno con una base en cada “ciudad de capas.” Es decir, tenían un equipo instalado en cada ciudad con una población considerable de héroes y villanos. El equipo de Brockton Bay era oficialmente ‘El Protectorado Este-Noreste’, y se establecían en la isla flotante envuelta en un campo de fuerza que se podía ver desde el Paseo Marítimo. Este hombre, Armsmaster, era el jefe del equipo local. Cuando el grupo de los principales miembros del Protectorado de todo Canadá y Estados Unidos hacían esa clásica formación de ‘v’ en las sesiones de fotos, Armsmaster era uno de los que estaban en los laterales. Este era un tipo que tenía sus propias figuras de acción. Armsmaster en diferentes poses con partes intercambiables de su Alabarda.

Él parecía un superhéroe de verdad, no un tipo con un disfraz. Era una distinción importante. Llevaba una armadura corporal, de color azul oscuro con reflejos de plata. Tenía una visera en forma de V en ángulo agudo que cubría sus ojos y nariz. Con solamente la mitad inferior de la cara expuesta, pude ver una barba recortada para trazar los bordes de la mandíbula. Si tuviera que juzgar, con sólo la mitad inferior de su rostro para adivinar, supondría que tenía entre veintialgo y treinta y pocos años.

Su distintivo y arma era su Alabarda, que era básicamente una lanza con un hacha en el extremo, hasta arriba de aparatos y del tipo de tecnología que generalmente sólo veías en la ciencia ficción. Él era el tipo de hombre que aparecía en las portadas de revistas y hacía entrevistas en televisión, por lo que podría encontrar casi cualquier cosa sobre Armsmaster a través de diversos medios de comunicación, excepto su identidad secreta. Sabía que su arma podía cortar a través del acero como si fuera mantequilla, que tenía inyectores de plasma para lo que la hoja sola no podía cortar y que podía disparar pulsos electromagnéticos dirigidos para apagar campos de fuerza y ​​dispositivos mecánicos.

“¿Vas a pelear conmigo?” Preguntó.

“Soy una de los buenos”, le dije.

Acercándose a mí, inclinó la cabeza, “No pareces uno.”

Eso dolió, sobre todo viniendo de él. Era como Michael Jordan diciendo que eras malo en baloncesto. “Eso… no es intencional”, le respondí, un poco a la defensiva, “Llevaba más de la mitad del traje hecho cuando me di cuenta de que ya parecía más sombrío de lo que había previsto, y no podía hacer nada al respecto para entonces.”

Hubo una larga pausa. Nerviosa, aparté mis ojos de ese visor opaco. Eché un vistazo a su emblema del pecho, una silueta de la visera en azul contra un fondo de plata, y me vino la ridícula idea de que en algún momento había tenido un par de calzoncillos con su emblema en la parte delantera.

“Estás diciendo la verdad”, dijo. Fue una declaración convencida, lo que me sorprendió. Quería preguntarle cómo lo sabía, pero no quería hacer o decir algo que pudiera hacerle cambiar de opinión.

Se acercó más, mirándome mientras estaba allí sentada con los brazos alrededor de las rodillas, y preguntó: “¿Necesitas ir a un hospital?”

“No”, le dije. “No lo creo. Y me sorprende tanto como a ti.”

“Eres una nueva cara”, dijo.

“Ni siquiera tengo un nombre todavía. ¿Sabes lo difícil que es pensar un nombre de temática de bichos que no me haga sonar como una supervillana o una completa idiota? “

Se rió entre dientes, y sonaba cálido, muy normal. “No sabría decirte. Entre en este juego lo bastante temprano como para no tener que preocuparme por quedarme sin nombres buenos.”

Hubo una pausa en la conversación. De repente me sentí incómoda. No sé por qué, pero admití, “Casi me muero.”

“Es por eso que tenemos el programa de Custodios”, dijo. No hubo juicio en su tono, ni presión. Sólo un hecho.

Asentí con la cabeza, más por dar una respuesta que por estar de acuerdo con su comentario. Los Custodios eran la subdivisión de menores de dieciocho años del Protectorado, y Brockton Bay tenía su propio equipo de Custodios, con la misma convención de nombres que el Protectorado; Los Custodios del este-nordeste. Había considerado solicitar unirme, pero la idea de escapar del estrés del instituto para meterme en un embrollo de dramas adolescentes, supervisión adulta y horarios rígidos parecía contraproducente.

“¿Atrapaste a Lung?” Le pregunté, para cambiar del tema de los Custodios. Estaba bastante segura de que estaba obligado a tratar de reclutar a nuevos héroes al Protectorado o los Custodios, dependiendo de su edad, para promover todo el plan de los héroes organizados responsables de sus actos, y yo realmente no quería que insistiera sobre que me uniera.

“Lung estaba inconsciente, vencido y hecho un desastre cuando llegué. Le llené de tranquilizantes para estar seguro y le contuve temporalmente bajo una jaula de acero que se suelda a la acera. Lo recogeré cuando me vaya.”

“Bien”, le dije, “Con él en la cárcel, sentiré como que he logrado algo hoy. La única razón por la que empecé la pelea fue porque le oí decir a sus hombres que dispararan a unos niños. Sólo me di cuenta más tarde de que estaba hablando de algunos otros villanos.”

Armsmaster se volvió hacia mí. Así que se lo dije todo, contándole la lucha en general, la llegada de los villanos adolescentes, y sus descripciones generales. Antes de que terminara, él se paseaba nervioso por el tejado.

“Estos chicos. ¿Sabían que estaba viniendo?”

Asentí con la cabeza, una vez. Por mucho respeto que tuviera hacia Armsmaster, no estaba con ánimos de repetirme.

“Eso explica muchas cosas”, dijo, mirando a lo lejos. Después de unos momentos, continuó explicando, “Son resbaladizos. En las pocas ocasiones en que conseguimos pelear cara a cara con ellos, o ganan o salen más o menos indemnes, o ambos. Sabemos muy poco sobre ellos. Grue y Hellhound estaban trabajando por su cuenta antes de unirse al grupo, así que hay algo de información, pero ¿los otros dos? Son inexistentes. Si la chica Tattletale tiene alguna forma de detectarnos o espiarnos, ayudaría mucho a explicar por qué les va tan bien.”

En cierto modo me sorprendió escuchar uno de los mejores héroes admitir no estar totalmente en control de la situación.

“Es curioso”, le dije, después de pensarlo unos momentos, “Ellos no parecían muy duros. Grue dijo que estaban entrando en pánico cuando se enteraron de que Lung iba tras ellos, y estuvieron bromeando relajadamente mientras la lucha ocurría. Grue se estaba burlando de Regent.”

“¿Dijeron todo esto delante de ti?” preguntó.

Me encogí de hombros, “Creo que pensaban que estaba ayudándoles. Según la forma de la que Tattletale hablaba, creo que pensó que yo también era una villana o algo así.” Con un toque de amargura, le dije: “No sé, supongo que fue el traje lo que los llevó a pensar eso.”

“¿Podrías haberles hecho frente?” me preguntó Armsmaster.

Empecé a encogerme de hombros, y me estremecí un poco. Me sentía un poco dolorida en el hombro, sobre donde había caído en el tejado después de haber sido golpeada por las llamas de Lung. Le dije: “Como has dicho, no sabemos mucho acerca de ellos, pero creo que esa chica con los perros-”

“Hellhound”, dijo Armsmaster.

“Creo que ella podría haberme pateado el culo por su cuenta, por lo que no. Probablemente no podría haber luchado ellos.”

“Entonces piensa que fue buena suerte que se llevaran la impresión equivocada”, dijo Armsmaster.

“Intentaré mirarlo de esa manera”, dije, impresionada por cuan fácilmente era capaz de tener esa mentalidad de ‘tomar algo negativo y convertirlo en algo positivo’, que yo había estado tratando de conseguir. Envidiaba eso.

“Buena chica”, dijo, “Y ya que estamos mirando hacia el futuro, tenemos que decidir que vamos a hacer a partir de aquí.”

Mi corazón se hundió. Sabía que iba a sacar el tema de los Custodios de nuevo.

“¿Quién se lleva el crédito por Lung?”

Tomada por sorpresa, le miré. Empecé a hablar, pero él levantó la mano.

“Escúchame. Lo que has hecho esta noche es espectacular. Jugaste un papel considerable en apresar a un villano importante. Sólo tienes que considerar las consecuencias.”

“Consecuencias”, murmuré, mientras la palabra espectacular resonaba en mis oídos.

“Lung tiene una gran banda a lo largo de Brockton Bay y ciudades vecinas. Más que eso, tiene dos lacayos con superpoderes. Oni Lee y Bakuda.”[2]

Negué con la cabeza: “He oído hablar de Oni Lee y Grue menciono luchar contra él. Nunca he oído hablar de Bakuda.”

Armsmaster asintió, “No es de extrañar. Ella es nueva. Lo que sabemos de ella es limitado. Hizo su primera aparición y la demostración de sus poderes a través de una extensa campaña de terrorismo contra la Universidad de Cornell. Lung al parecer la reclutó y la trajo a Brockton Bay después de que sus planes fueran frustrados por el Protectorado de Nueva York. Esto es… algo preocupante.”

“¿Cuáles son sus poderes?”

“¿Conoces la clasificación Inventor?”

Empecé a encogerme de hombros, pero recordé el dolor de mi hombro y asentí con la cabeza en su lugar. Además probablemente fuera más educado. Le dije: “Cubre a cualquier persona con poderes que le dan una comprensión avanzada de la ciencia. Permite crear tecnología adelantada años a su tiempo. Pistolas de rayos, cañones de hielo, armaduras mecánicas, ordenadores avanzados.”

“Algo así”, dijo Armsmaster. Se me ocurrió que el sería un Inventor, si su Alabarda y armadura eran una indicación. Eso, o que había conseguido sus cosas de otra persona. Siguió explicando: “Bueno, la mayoría de los Inventores tienen una especialidad o un truco especial. Algo en lo que son particularmente buenos o algo que ellos pueden hacer, que otros Inventores no pueden. La especialidad de Bakuda son bombas.”

Me quedé mirándolo. Una mujer con un poder que le permitía hacer bombas que estaban décadas por delante de su tiempo tecnológicamente. No me extraña que lo viera como una preocupación.

“Ahora quiero que consideres el peligro de llevarte el crédito por la captura de Lung. Sin lugar a dudas, Oni Lee y Bakuda buscarán lograr dos objetivos. La liberación de su jefe y vengarse del responsable. Sospecho que ahora eres consciente… son gente aterradora, más aterradores en algunos aspectos que su jefe.”

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Bakuda, Lung y Oni Lee

“¿Estás diciendo que no debería llevarme el crédito?”, le dije.

“Estoy diciendo que tienes dos opciones. La primera opción es unirte a los Custodios, donde tendrás apoyo y la protección en caso de un altercado. La segunda opción es mantener la cabeza baja. No llevarte el crédito. Pasar desapercibida.”

No estaba preparada para tomar una decisión así. Por lo general, me iba a dormir a las once más o menos, despertaba a las seis y media para estar lista para salir a correr por la mañana. Según mis cálculos, eran entre la una y las dos de la mañana. Estaba emocionalmente agotada por los altos y bajos de la noche, y apenas podía entender las complicaciones y dolores de cabeza que vendrían de unirme a los Custodios, y mucho menos de tener dos sociópatas increíblemente peligrosos viniendo a por mí.

Además de eso, no era tan tonta como para no ver los motivos de Armsmaster. Si optaba por no llevarme el crédito por la captura de Lung, Armsmaster lo haría, estaba segura. No quería empezar con mal pie con alguien tan importante.

“Por favor, mantén mi participación en la captura de Lung en secreto” le dije, dolorosamente decepcionada de tener que decirlo, aun sabiendo que era lo que tenía más sentido.

Sonrió, cosa que yo no esperaba. Tenía una bonita sonrisa. Me hizo pensar que podía ganarse los corazones de muchas mujeres, como quiera que fuesen los dos tercios superiores de su cara. “Creo que algún día mirarás atrás y verás que esta fue una decisión inteligente”, dijo Armsmaster, volviendo a caminar hasta el otro extremo del tejado, “Llámame al CGP si alguna vez estás en un apuro.” Dio un paso fuera del borde del tejado y desapareció de la vista.

Llámame si alguna vez estás en un apuro. Había dicho, sin admitirlo abiertamente, que me debía una. Se llevaría gran parte del crédito por la captura de Lung, pero me debía una.

Antes de haber bajado del todo la escalera de incendios, oí al repiqueteo de su motocicleta, presumiblemente llevando a Lung a un encierro de por vida. Esperaba.

Me llevaría una media hora llegar a casa. De camino, me pararía y me pondría la camiseta y los pantalones vaqueros que había escondido. Sabía que mi padre se iba a dormir antes que yo, y dormía como un tronco, así que no tenía nada de qué preocuparse en cuanto a concluir la noche.

Podría haber ido peor. Por extraño que parezca, esas palabras eran una manta de seguridad que envolví a mi alrededor para evitar centrarme en el hecho de que al día siguiente era día de instituto.

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[1] Armasmaster: Maestro de armas

[2] Bakuda: Viene del japones 爆弾, o ‘bakudan’, que significa ‘bomba’.

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